El golfista navarro ha conseguido la tarjeta del European Tour 2019
Sin luna de miel, pero con torneo en Sudáfrica. Así se quedó David Borda tras vivir los días más intensos de su vida: ganó la final del Alps Tour, en dos semanas superó la segunda fase y la final de la Escuela de Clasificación del Tour, se casó y, al día siguiente, rumbo a su primer torneo en el máximo circuito continental.
El golfista navarro ha jugado en casi una treintena de países –tuvo carta del circuito PGA Latinoamericano y jugó la escuela del Asian Tour– antes de alcanzar el escaparate del European Tour. Le llega después de un año brillante en el Alps, donde terminó de pulirse de cara a lo que viene, que es mucho.
Escuela, tarjeta, boda y a empezar. ¿Son los meses más intensos de tu vida?
Sí, sí, seguro. El último mes ha sido de locos. Estaba jugando el Alps sin saber si iba a lograr el ascenso al Challenge, tenía esa incertidumbre. Pero ganar la final del Alps y de la manera en que la gané, siendo muy sólido y contundente, ayudó a que el final de temporada fuese muy bueno. Gracias a ello la Escuela salió así de bien.
La verdad por delante: ¿tenías presupuestada la tarjeta hace meses? ¿Cuándo pusiste la fecha de la boda?
(Risas) Habíamos pensado en la Escuela, claro, pero no en los torneos de después. En algún momento la tienes que poner, y la pusimos en diciembre precisamente porque en principio no coincidiría con ningún torneo, pero mira, bendita sorpresa.
¿Y cómo se prepara un inicio de temporada tan abrupto?
La verdad es que no me ha dado mucho tiempo a descansar, y menos con esto de tener los preparativos de la boda. Venía de jugar las dos últimas fases de la Escuela seguidas, de forma que he podido estar diez días en casa. He seguido entrenando a un ritmo algo más bajo de lo habitual para poder descansar, por lo que preparación, poca. Intentaré seguir con el ritmo que llevaba.
¿No has podido cambiar el chip para lo que se viene ahora?
Creo que eso llegará cuando me vea jugando torneos ya como miembro del European Tour. Entonces supongo que me daré cuenta de dónde estoy. De momento, terminé la Escuela, muchas felicitaciones, mucha alegría… pero hasta que no me vea en el tee del 1, no habré interiorizado todo.
Vamos a la Final de la Escuela: 65 y 62 golpes en las primeras jornadas, pero llega el hoyo 17 de la última jornada, te metes en problemas y te la juegas todo al 18…
Tensión máxima, imagínate. Es un maratón muy duro, creo que no hay un torneo igual. Acabas el cuarto día, estás muy cansado y ves que aún te quedan dos. Es un desgaste mental increíble, incrementado además por el hecho de hacer varias vueltas muy bajas pero teniendo presente que todavía quedaba bastante más. El final fue bastante dramático. Estaba fuera durante casi todo el día, notaba que se me estaba escapando. Metí unos putts muy buenos del 12 al 16, pero en el 17 hice un bogey terrible, tres putts inexplicables. Lo mejor fue la reacción que tuve: un birdie muy bueno que sabía que me metía, ¡era consciente de que la tarjeta estaba ahí!
Vimos en redes sociales el recibimiento que tuviste en tu casa, con bengalas y todo.
(Risas) Fue muy divertido. Sacar la tarjeta del Tour es muy difícil, pero tener amigos mejores es imposible. No me lo esperaba, sabía que me habían estado siguiendo porque recibía los mensajes de apoyo por whatsapp y tal, y esperaba llegar y tomarme una cerveza con ellos, pero no ese recibimiento a lo ‘hooligan’, con bengalas y petardos. ¡Creo que despertamos a todos los niños del barrio!
¿Sientes ahora que tu juego está preparado para el Tour?
Creo que sí, pero hay que demostrarlo. Llevo dos años evolucionando, jugando mucho mejor. Me pilla en un momento maduro, no soy un chaval de 22 años que aterriza en el Tour. He pasado por muchas fases y me siento preparado, aunque hay que demostrarlo. Fíjate que en la Escuela había gente como Mateo Manassero…
¿Qué ha cambiado en tu juego?
Entreno con un técnico de Sevilla, Daniel Colomar, y he progresado mucho en la faceta mental en los últimos años. El juego sabía que estaba ahí, y la media de golpes en los dos últimos años era muy baja, pero me costaba ganar. Este año he dado el salto y lo tengo que demostrar ahora en el Tour.
Antes de todo esto tuviste tarjeta en el PGA Latinoamericano.
Tuve tarjeta en 2014 y la mantuve en 2015, una experiencia vital que a mí me sirvió de mucho. En Sudamérica no jugué todo lo bien que me hubiese gustado, pero aprendí mucho: los campos son diferentes, los circuitos son de otra forma… Te abre mucho la mente, y ya sabes que si quieres ser golfista tienes que jugar donde puedas.
¿Has tenido momentos de pensar en tirar la toalla?
De tirar la toalla siempre hay momentos. Antes de ir a Latinoamérica en 2014 tuve un momento en el que no me veía jugando bien y lo pensé. Viajar mucho y jugar mal es algo que consume mucho. Y este último año me lo había tomado un poco como ultimátum. El año pasado fue duro porque me quedé fuera del Challenge por apenas 60 puntos. Esta vez era ahora o nunca.
Y ahora, ¿qué podemos esperar este año de David Borda?
Habrá que ir torneo a torneo, a lo Cholo Simeone. Pero está claro que el primer objetivo de un jugador que llega a través de la Escuela es mantener la tarjeta. Todo lo que venga a partir de ahí, perfecto.